Radio UNAM Podcast:Conciertos de Difusión cultural y OFUNAM

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Serie: Conciertos de Difusión cultural y OFUNAM

Audio: 21 OFUNAM Temp3 Prog04 D021022

Ficha técnica
Descripción Transmisión diferida de las temporadas de la Orquesta Filarmónica de la UNAM.
Invitados Iván López Reynoso, Director huésped Iván López Reynoso realizó estudios de violín con Gellya Dubrova, de piano con Alexander Pashkov, de canto con Héctor Sosa y de dirección de orquesta con Gonzalo Romeu. Ha tomado clases con Alberto Zedda, Jean-Paul Penin, Jan Latham-Koenig y Avi Ostrowsky. Ha dirigido a la Orquesta Sinfónica de Madrid, la Filarmónica Gioachino Rossini, la Filarmónica de la UNAM, la Sinfónica Nacional y el Coro y Orquesta del Teatro de Bellas Artes, entre otras. López Reynoso tiene un especial interés por la ópera, con un repertorio operístico de más de cuarenta títulos. Ha sido director artístico interino de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, primer maestro de capilla del Teatro Estatal de Braunschweig y director asociado de la Orquesta Filarmónica de la UNAM. En 2020 fue nombrado director artístico de la Orquesta del Teatro de Bellas Artes y desde 2018 se desempeña como principal director invitado de la Oviedo Filarmonía. Recientemente ha dirigido en la Ópera de Zúrich y en la Ópera de Santa Fe.
Institución productora Radio UNAM
Institución coproductora Dirección General de Música de la UNAM
Género radiofónico Musical
Resumen Arturo Márquez (ÁLAMOS, 1950) Marchas de duelo y de ira Ciudad de México, 2 de octubre de 1968. Miles de jóvenes reunidos en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco. Unidos en contra de la violencia y represión policiaca y militar. Unidos en la lucha por la autonomía de sus escuelas y universidades. Unidos por la defensa de los derechos humanos ya no sólo de ellos, jóvenes estudiantes, sino de sus profesores, de los obreros, de sus madres y padres, de sus hermanas y hermanos, de todos… Un par de bengalas sería la señal que dio fin a cientos de esas vidas. En el inicio de un amargo recuerdo que ha permanecido en la memoria de varias generaciones para las cuales el “2 de octubre no se olvida”. El dolor y la furia provocados por aquel acontecimiento se convirtieron en el germen de la obra Marchas de duelo y de ira, del compositor mexicano Arturo Márquez. Fue escrita en el año 2008 por encargo de la Dirección General de Música de la UNAM, como parte de la conmemoración de los 40 años de la matanza de Tlatelolco. Para el compositor, Marchas de duelo y de ira es “un homenaje a las víctimas de la intolerancia y el autoritarismo que perdieron la vida aquella tarde”. La obra consta de dos movimientos continuos que tomaron la frase “2 de octubre no se olvida” como motivo rítmico central. Como si se tratara de dos contingentes, la primera parte de la obra tiene un andar lento, aparece el duelo y nos envuelve en un recorrido de emociones contenidas mientras cada voz de la orquesta remarca que aquel día “no se olvida”. Pronto, la quietud es seguida por el furor. La segunda parte acelera el paso, se muestra desafiante, al mismo tiempo nos regala bellos pasajes que por momentos nos desconectan de la rabia. Son como breves encuentros con las voces de quienes ya no están, pero aun así “no se olvidan”. Una trompeta en solitario marca la despedida. Ante el amargo recuerdo, la furia es inevitable y retorna con fuerza en toda la orquesta. Benjamin Britten (LOWESTOFT, 1913 - ALDEBURGH, 1976) Four Sea Interludes de Peter Grimes, Op. 33ª Benjamin Britten terminó su ópera Peter Grimes en 1945 y se convirtió en una de las obras más exitosas del compositor. El proyecto inició años atrás, en 1939, cuando Britten y su pareja, el tenor Peter Pears, se mudaron a Estados Unidos en espera de que la Segunda Guerra Mundial terminara. Durante aquel tiempo, Britten y Pears se sumergieron en los poemas de George Crabbe, especialmente en la colección publicada en 1810, llamada The Borough (El burgo). De aquella colección extrajeron la historia de Peter Grimes, un hosco y excéntrico pescador acusado de asesinar a sus aprendices que, ante la presión y acoso de sus vecinos, enloquece y muere. Aquella sombría historia, llena de chismes y persecución, inmediatamente atrapó a la pareja que también había sufrido de presiones sociales. A su regreso a Inglaterra en 1942, Britten comenzó a trabajar de cerca con el poeta y dramaturgo Montagu Slater, quien quedaría a cargo del libreto. Mientras, él se concentró en la música, entre los años 1944 y 1945. Finalmente, la ópera fue estrenada el 7 de junio de 1945, en el Teatro de la Ópera de Sadler’s Wells, en Londres. La ópera está ambientada en Aldeburgh, una ciudad en la costa este del Reino Unido, y la música se encarga de trasladarnos por aquel pueblo donde el mar tiene un peso importante. Muestra de ello quedó plasmado en sus seis interludios que durante la ópera fueron utilizados para los cambios entre escenas. Sin embargo, el carácter vertido en sus interludios llevó a Britten a elaborar una suite orquestal con cuatro de ellos. El primer interludio, Amanecer, nos arrastra por una corriente ligera. Como aves, los violines y las flautas parecen sobrevolar el mar, mientras despuntan los rayos del sol. Sin embargo, aquel rebosante movimiento pronto se transforma en angustia y en un viento que arrastra las primeras nubes de tempestad tras las acusaciones contra Peter Grimes. El segundo interludio, Domingo por la mañana, nos lleva al interior del pueblo. Escuchamos la agitación de la gente y el repicar de las campanas cuando acuden a la casa del supuesto asesino. Mientras que, en el tercer movimiento, Peter Grimes emprende la huida hacia el mar que luce tranquilo bajo el Claro de luna. Sin embargo, aparece la Tormenta. La tensión de la persecución se hace presente en la música. Un momento de paz parece ofrecer esperanza al pobre Grimes, pero la tormenta es inclemente y nos revela su inevitable final. Jean Sibelius (HÄMEENLINNA, 1865 - JÄRVENPÄÄ, 1957) Sinfonía núm. 2 en re mayor, Op. 43 A principios del siglo XX, Jean Sibelius disfrutaba del reconocimiento de su música dentro y fuera de Finlandia. El sentimiento patriótico de su Primera sinfonía, lo posicionó casi como un héroe nacional. Sin embargo, en febrero de 1901, sufrió la terrible pérdida de su hija Kirsti, quien era la más pequeña del matrimonio Sibelius en ese momento. Aino, su esposa, se deprimió profundamente. Él comenzó a tener problemas con el alcohol. A pesar de que Sibelius siguió componiendo durante aquel periodo, una nube de tristeza lo perseguía. Fue entonces cuando su amigo y mecenas, el Barón Axel Carpelan, sugirió al compositor un viaje por Italia. Así fue como la familia Sibelius llegó a la ciudad portuaria de Rapallo, Italia. Durante aquella estancia por el Mediterráneo, el cuaderno de apuntes del compositor se llenó de ideas y temas musicales que serían retomados en su Segunda sinfonía, estrenada en Helsinki, en marzo de 1902. Aunque fueron concebidas en Italia, las ideas de Sibelius no tenían rastro de aquellas ciudades, más bien develaban los paisajes y el carácter finlandés. La Segunda sinfonía develó una idea central para el compositor: la música era como un mosaico “ensamblado por Dios, quien tomó todas las piezas en su mano, las arrojó al mundo y me pidió que volviera a unirlas”. La Sinfonía núm. 2 en re mayor, Op. 43 da cuenta de cómo aquellos fragmentos e ideas musicales fueron hilvanados en cada uno de sus cuatro movimientos. El primero, Allegretto, nos presenta una escena en el campo. Las cuerdas despuntan como rayos de sol. Los alientos parecen los cantos de las aves. Las ideas se superponen, cambian de color: a veces son brillantes, otras sombrías, después el silencio. Los temas fluyen, vienen y van por toda la orquesta. Hacia el final del movimiento regresa el motivo inicial de las cuerdas que resuena poderoso, heroico. El segundo movimiento comienza con un redoble de timbales y los violonchelos en pizzicato. Entre la misteriosa calma aparece un tema en los fagotes. El carácter obscuro del movimiento nos remite a las impresiones anotadas en la libreta de apuntes del compositor sobre el encuentro de la Muerte y Don Juan, aquel personaje de Tirso de Molina que Mozart retomara en su ópera Don Giovanni. Aunque un momento brillante parece alejar al espectro, su presencia impregna el final del movimiento. En el tercer movimiento, la calma desaparece. La agitación de las cuerdas se convierte en una intensa marejada. Tras ello, un momento de calma, marcado por el melancólico canto del oboe. Sibelius une las últimas piezas de aquel mosaico fantástico y nos prepara para el cuadro final. El Finale se muestra glorioso. Los violonchelos y las violas continúan con el oleaje, mientras aparecen fragmentos de los temas escuchados a lo largo de la sinfonía. Aquella corriente conduce a un paisaje tranquilo. Pero aún faltan trozos del gran mosaico. Pequeños arroyos resuenan uno a uno hasta desembocar en una magnífica cascada donde fluye el tema principal en todo su esplendor. Cuando parece que ha llegado el final, Sibelius ofrece una breve pausa. Un nuevo tema emerge de las cuerdas, mientras los alientos despuntan como destellos brillantes. Una a una, cada pieza aparece en su lugar. El mosaico finalmente es armado y resuena grandioso, triunfal.
Producción Arturo Flores
Contenido Programa 3 Arturo Márquez (1950) Marchas de duelo y de ira Duración aproximada: 16 minutos Benjamin Britten (1913-1976) Four Sea Interludes de Peter Grimes, Op. 33ª I. Dawn: Lento e tranquillo II. Sunday Morning: Allegro spiritoso III. Moonlight: Andante comodo e rubato IV. Storm: Presto con fuoco Duración aproximada: 16 minutos Jean Sibelius (1865-1957) Sinfonía núm. 2 en re mayor, Op. 43 I. Allegretto II. Andante; ma rubato III. Vivacissimo IV. Finale: Allegro moderato Duración aproximada: 43 minutos
Conductores Julia Santibáñez
Duración 01:35:49